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El poder de la alabanza (página 2)



Partes: 1, 2

Antes, pensaba que la historia de Josué y la
batalla de Jericó era una mezcla de mito,
exageración y una bonita fábula. Pero los
arqueólogos que han estudiado las ruinas de la antigua
Jericó en años recientes han encontrado una amplia
evidencia de que los muros de la ciudad cayeron en el tiempo
histórico que corresponde a la narración
bíblica: Los muros de Jericó se desplomaron. El
poder de Dios estaba obrando mientras que su pueblo mostraba su
confianza al alabarle con trompetas y
aclamaciones.

Los ejemplos de Josafat y de Josué demuestran
claramente que Dios gana nuestras victorias por medios sencillos
y mediante principios que, aparentemente, son contradictorios,
para nuestra sabiduría y estrategia humana.

Se nos pide que confiemos en El, que le alabemos y que
dejemos que él actúe. Esto es, esencialmente, la
forma en que actuaba Jesucristo durante el tiempo de su
ministerio en Israel. Abiertamente, él admitía que
de sí mismo nada podía hacer. Se sometía a
la voluntad de su Padre en perfecta obediencia, en confianza, y
en fe, en fin de que el poder de Dios pudiera alcanzar las
necesidades del pueblo.

Veamos algunas oraciones de Jesús relacionadas
con los problemas difíciles

Por ejemplo, el caso de los 5,000 que le habían
seguido fuera de la ciudad para oírle predicar. Estaban
hambrientos. Lo único de lo que disponía
Jesús era la comida de un muchacho: cinco panes y dos
pececillos.

¿Cómo oró Jesús?,
¿Intercedió él con Dios para que realizase
un milagro? Mirando al cielo, dio gracias y partió los
panes, dándolos a sus discípulos para que los
repartieran entre la gente. Repartió también los
dos pescados entre todos. Todos comieron y quedaron satisfechos:
y después llenaron doce canastas con los pedazos de pan
que sobraron (Marcos 6: 41-43)

Algunos de nosotros podemos pensar: "¡Pero se
trataba de Jesús, y el sabía lo que Dios
podía hacer!", ¡Esto no tiene validez para
nosotros!

Más Jesús dijo a los que le
seguían: "En verdad les digo, que el que cree en
mí, hará también las cosas que yo hago, y
cosas todavía más grandes, porque yo me voy a donde
está el Padre. Y todo lo que ustedes pidan en mi nombre,
yo lo haré, para que el Hijo muestre la gloria del Padre.
Yo haré cualquier cosa que ustedes pidan en mi Nombre"
(Juan: 14: 12-14)

La Biblia dice que Jesús vino al mundo para
que pudiésemos alabar a Dios, Isaías el profeta
predijo la venida de Jesús diciendo que El vendría
para "…predicar las buenas nuevas a los abatidos, a vendar
a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los
cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; proclamar
el año de la buena voluntad de "YAVE, y el día de
venganza del Dios Nuestro; a consolar a todos los enlutados; a
ordenar que a los afligidos de Sion se les de gloria en lugar de
ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, canto de
alegría en lugar del espíritu angustiado"
(Isaías 61: 1-3)

Amigo(a), fácilmente podrás reconocer
tu propia condición en esta lista:

¿Está quebrantado/a de corazón?;
¿Confinado/a por limitaciones físicas,
enfermedades, limitaciones espirituales? ¿En cautividad
física o en prisión por tu propia ceguera
espiritual?; ¿Está de duelo?, ¿Incapaz de
regocijarse, de estar agradecido/a de Dios para alabarle?,
¿Está tu espíritu pesadamente agobiado, o
siente frustración? Si es así, entonces tal vez sea
porque no has aceptado y comprendido plenamente las buenas nuevas
que Jesús vino a traer.

La alabanza, es una respuesta activa a lo que sabemos
que Dios ha hecho y está haciendo en nuestras vidas en
este mundo por medio de su Hijo Jesucristo y la persona del
Espíritu Santo.

Dudamos en nuestro interior de lo que Dios ha hecho y
está haciendo, no podemos alabarle de todo corazón.
La incertidumbre acerca de las buenas nuevas será siempre
una barrera para alabarle. Si queremos estar dispuesto a
alabar a Dios en todas las cosas, necesitamos estar seguros de
que nuestro fundamento es sólido y sin grietas producidas
por las dudas o la incertidumbre.

San Pablo escribió así a los creyentes de
Filipo: "Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que
seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha
en medio de una generación maligna y perversa, en medio de
la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos
de la Palabra de vida, para que en el día de Cristo yo
pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he
trabajado…Por lo demás, hermanos, gozaos en el
Señor. A mí no me es molesto el escribiros las
mismas cosas, y para vosotros es seguro". (Filip 2:14-16;
3:1)

Es nuestra falta de murmuraciones y nuestra felicidad en
Cristo lo que nos capacita para resplandecer como luminarias,
asidos de la Palabra de Vida en un mundo oscuro. Esto era cierto,
entonces, en Filipo, y es cierto hoy día, de tal modo
dejemos nuestras murmuraciones y alabemos al Señor por
cada cosa oscura y torcida que veamos a nuestro alrededor.
Hagámoslo, y esperemos que la luz de Dios penetre en la
oscuridad.

Enciende una luz

Dejadla brillar

La Luz del Señor

No te abandonará

Ideas para
ayudarte a entrar en alabanza

  • Utiliza canciones de alabanza y adoración.
    Puedes empezar poniendo alguno de tus CD cristianos favoritos
    y escuchar sin distracciones.

  • Lista los nombres de Dios y Jesús encontrados
    en la Biblia. Ejm: "Dios tu eres Jehová Jireh (mi
    proveedor), tú eres mi pastor, tu eres mi pan de vida,
    el camino, la verdad y la vida, mi verdad…". Te ayuda
    a crecer en tu devoción hacia Dios.

  • Busca vocabulario nuevo para describir el
    carácter de Dios. Estamos tan acostumbrados a decirle.
    "Te exalto, te alabo, eres digno, te adoro, eres omnisciente,
    omnipotente, santo cordero, etc. etc.". ¡Muchas cosas
    que ni siquiera sabemos que significan! En lugar de esto
    busca palabras del diccionario que conozcas y lo describan y
    utilízalas: Asombroso, auténtico, agresivo, por
    siempre, bello, bondadoso, bendito, brillante, cuidador,
    campeón, comunicativo, profundo, un deleite, querido,
    dinámico, eterno, edificante, eminente, entronado,
    perdonador, fiel, haces lo que dices, firme, caballero,
    gentil, santo, sanador, alto, ayudador, atractivo, ideal,
    inmenso, alegre, celoso, jovial, bueno, rey, protector,
    amante, sufrido, extenso, señor. ¿Entendiste el
    punto? Busca ahora tu diccionario e ¡Inténtalo!
    Agrega otros adjetivos…

?

Algunas oraciones de alabanza a modo de ejemplo.
(puedes hacer tu propia oración)

ALABANZAS AL DIOS
ALTÍSIMO.

(S. Francisco de
Asís)

Tú eres el Señor
Dios;

Tú eres el Dios de los dioses,
quien solo obras maravillas.

Tú eres fuerte, tú eres
grande, tú eres Altísimo; tú eres
Todopoderoso.

Tú santo Padre, Rey de la
tierra y del cielo.

Tú eres trino y uno;
Señor Dios de dioses.

Tú eres bueno, eres todo lo
bueno,

eres el mayor bien; el Señor
Dios, vivo y veraz.

Tú eres amor, caridad;
tú eres sabiduría; tú eres
humildad.

Tú eres paciencia; tú
fortaleza y prudencia.

Tú eres seguridad, tú
eres descanso; tú eres gozo y
contentamiento.

Tú eres justicia y templanza; t
ú eres todo nuestro tesoro y abundancia.

Tú eres la belleza, tú
eres la suavidad; tú eres el protector;

Tú eres el guardián y el
defensor.

Tú eres nuestro refugio y
fortaleza;

Tú eres nuestra fe, esperanza y
caridad.

Tú eres nuestra gran dulzura;
tú eres nuestra vida eterna.

Infinita Bondad, grande y admirable
Señor Dios Todopoderoso:

amante y misericordioso
Salvador.

CANTICO DE LAS
CRIATURAS

(S. Francisco de
Asís)

Altísimo, omnipotente, buen
Señor,

tuyas son las alabanzas, la gloria y
el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo,
corresponden

y ningún hombre es digno de
hacer de ti mención.

Loado seas, mi Señor, con todas
tus criaturas,

especialmente el señor hermano
Sol,

el cual es día y por el cual
nos alumbras.

y él es bello y radiante con
gran esplendor:

de ti, Altísimo, lleva
significación.

Loado seas, mi Señor, por la
hermana luna y las estrellas;

en el cielo las has formado luminosas,
y preciosas, y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el
hermano viento,

y por el aire, y el nublado, y el
sereno, y todo tiempo,

por el cual a tus criaturas das
sustento.

Loado seas, mi Señor, por la
hermana agua,

la cual es muy útil, y humilde,
y preciosa, y casta.

Loado seas, mi Señor, por el
hermano fuego,

por el cual alumbras la
noche:

y él es bello, y alegre, y
robusto, y fuerte.

Loado seas, mi Señor, por
nuestra hermana la madre tierra,

la cual nos sustenta y
gobierna

y produce diversos frutos con
coloridas flores y hierbas.

Loado seas, mi Señor, por
aquellos que perdonan por tu amor

y soportan enfermedad y
tribulación.

Bienaventurados aquellos que las
sufren en paz,

pues por ti, Altísimo,
coronados serán.

Loado seas, mi Señor, por
nuestra hermana la muerte corporal,

de la cual ningún hombre
viviente puede escapar.

¡Ay de aquellos que mueran en
pecado mortal!

Bienaventurados aquellos a quienes
encontrará en tu santísima voluntad, pues la muerte
segunda no les hará mal.

Load y bendecid a mi
Señor

y dadle gracias y servidle con gran
humildad.

ALABANZAS QUE SE HAN DE DECIR EN TODAS
LAS HORAS.

(S. Francisco de
Asís)

Santo, santo, santo Señor Dios
omnipotente,

el que es, y el que era, y el que ha
de venir:

Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos.

Digno eres, Señor Dios
nuestro,

de recibir la alabanza, la gloria, el
honor y la bendición:

Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos.

Digno es el cordero que ha sido
degollado de recibir el poderío,

y la divinidad, y la sabiduría,
y la fuerza;

y el honor, y la gloria, y la
bendición:

Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el
Espíritu Santo:

Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos.

Bendecid al Señor todas las
obras del Señor:

Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos.

Alabad a nuestro Dios todos sus
siervos

y los que teméis a Dios,
pequeños y grandes.

Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos.

Alaben al que es glorioso los cielos y
la tierra.

Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos.

Y todas las criaturas del cielo y de
la tierra,

y las que están bajo la tierra
y el mar,

y todo lo que hay en
él:

Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo:

Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos.

Como era en el principio y ahora y
siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos.

Oración: Omnipotente,
santísimo, altísimo y sumo Dios, todo bien, sumo
bien, bien total, que eres el solo bueno, a ti te tributemos toda
alabanza, toda gloria, toda gracia, todo honor, toda
bendición, y te restituyamos todos los bienes.
Hágase. Hágase. Amén.

SALMO 150

¡Aleluya!

Alabad al Señor en su
santuario,

alabadlo en su majestuoso
firmamento,

alabadlo por sus grandes
hazañas,

alabadlo por su inmensa
grandeza,

alabadlo al son de las
trompetas,

alabadlo con la cítara y el
arpa,

alabadlo con danzas y
tambores,

alabadlo con cuerdas y con
flautas,

alabadlo con címbalos
sonoros,

alabadlo con címbalos
vibrantes.

Que alabe al Señor todo cuanto
vive. ¡Aleluya!

GLORIA

(del ritual de la misa)

Gloria a Dios en el
cielo,

y en la tierra paz a los
hombres

que ama el
Señor.

Por tu inmensa gloria te
alabamos,

te bendecimos,te
adoramos,

te glorificamos,te damos
gracias,

Señor Dios, Rey
celestial,

Dios Padre,
todopoderoso.

Señor, Hijo único,
Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de
Dios,

Hijo del Padre;

tú que quitas el pecado del
mundo,

ten piedad de nosotros;

tú que quitas el pecado del
mundo,

atiende nuestra
súplica;

tú que estás sentado a
la derecha del Padre,

ten piedad de nosotros;

porque sólo tú eres
Santo,

sólo tú, Señor,
sólo tu Altísimo, Jesucristo,

con el Espíritu Santo en la
gloria de Dios Padre. Amén

Comunica tu amor y afecto

Hay una libertad indescriptible cuando le declaramos
nuestro amor verbalmente. Habrá veces que le
adorarás y abrirás tanto el corazón que te
gastarás todo tiempo de adoración sin orar ninguna
otra cosa más. Nada satisface más nuestra alma que
amarlo y adorarlo ¡para esto fuimos creados! Nada toca,
alegra y enternece más el corazón de un padre que
las palabras de amor y honor que sus hijos le digan con un
corazón libre y agradecido.

¡Fuera las
murmuraciones y las quejas!

¡Has salido de tu casa en un día claro,
hermoso y soleado, respirando aire fresco y dando gracias a Dios
por su maravillosa creación?. Pero, ¿qué
sucedió otro día, gris y lluvioso?, ¿No te
sentiste automáticamente algo deprimido/a al asomarte a la
ventana?. ¿Tiene la costumbre de dar gracias a Dios
únicamente por lo que deseas?, ¿O acostumbra
refunfuñar aunque sea sólo un poco, cuando las
cosas no van como quisieras? ¿Es algo malo quejarse un
poco?. No parece una gran cosa. ¿Cuál es la
diferencia?

¡Toda la diferencia del mundo! Cada cosa depende
de cómo respondemos a las cosas pequeñas de la
vida.

Un abogado especialista en problemas matrimoniales, nos
dirá que el vínculo matrimonial se rompe, por lo
general, por cosas pequeñas. Se necesita únicamente
un pequeño clavo para pinchar un neumático. Un
pequeño error de un mecánico puede causar la
explosión de un avión gigante. Un mal entendido
puede dar lugar a una guerra. Una palabra airada puede producir
un disparo. Cosas pequeñas significan mucho, según
el nivel en que vivamos.

A todos nos resulta tan fácil murmurar que muchas
veces no nos damos cuenta de lo que estamos haciendo. Pero
murmurar es completamente contrario de dar gracias. La queja
es lo contrario de la confianza
; una murmuración en
contra de tu esposo/a cuando algo no le sale bien es lo contrario
de una aceptación amorosa.

El diccionario define la queja como una
acusación
. Al lamentarte y quejarte estás
acusando a Dios de administrar mal los detalles de tu día.
La actitud de alabanza libera el poder de Dios en nuestras
vidas, y la actitud de murmuración o de lamentación
impide el poder.

Pablo se refiere al comportamiento de los israelitas en
su peregrinación desde Egipto a la Tierra prometida.
¿Qué hicieron y cuáles fueron las terribles
consecuencias?. "El pueblo se quejó a oídos de
YAVE, y lo oyó YAVE, y ardió su ira"
(Números 11:1)

Moisés había sacado a los israelitas de
Egipto, y Dios les había dado pruebas maravillosas de su
presencia y de su interés por ellos. El dividió el
mar Rojo, permitiendo así que lo atravesaran por tierra
firme, y, después volvió el agua a su cauce
anegando a los soldados egipcios que los perseguían. Dios
prometió llevar a su pueblo a la Tierra prometida;
prometió alimentarles en el desierto; echar fuera a sus
enemigos de delante de ellos, con sólo que confiasen en
él. Como señal, la presencia de Dios iba delante en
forma de una columna de fuego durante la noche.

Pero los israelitas no confiaron en Dios. Se quejaban
amargamente. Primero, por la falta de alimentos y de agua, y,
después porque no les agradaba el sabor del agua que Dios
les daba. Se cansaron de la comida que Dios le proporcionaba. Se
inquietaban y se lamentaban por cosas insignificantes.
¿Cuál fue la consecuencia?

Pacientemente, Dios satisfizo a sus hijos quejumbrosos.
Una vez y otra vez remedió sus necesidades, hasta que se
dio cuenta de que no aprendían. Cuando se cansaron del
gusto del maná y querían carne en su lugar, Dios
dijo que les daría carne, no sólo un día o
dos, sino un mes entero, "hasta que os salga por las narices,
y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a YAVE"
(Números 11:20)

Durante cuarenta años peregrinaron los
israelitas, y siempre había algo que marchaba mal, por lo
que se quejaban amargamente y querían volver a Egipto.
Pero, ¿Porqué tardaron cuarenta años en
recorrer trescientos kilómetros?, aún con mujeres,
niños y ganado, hubiera podido hacerse ese recorrido en
unas semanas. Se retrasaron a causa de sus murmuraciones y no
quisieron confiar en que Dios cumpliría su promesa,
teniendo cuidado de todas sus necesidades.

Dios decidió dejar que los israelitas se agitasen
con sus propias lamentaciones. Ninguno de los que lamentaban
habría de vivir para pisar la Tierra Prometida. En vez de
eso, la nación de Israel habría de vagar por el
desierto. Una nueva generación, entraría guiada por
Josué y Caleb, los dos únicos que habrían de
sobrevivir.

Nuestras quejas y murmuraciones en contra de Dios por
cosas pequeñas pueden impedirnos entrar en el perfecto
plan que tiene para nuestras vidas.Y son quejas y murmuraciones
el preguntarle a Dios el por qué o el cómo pudiste
permitir que tal o cual cosa nos haya sucedido. Cuando algo te
suceda que te haga sufrir, solo da gracias a Dios por esa
situación dolorosa pues está dentro de los planes
de Dios para tu vida y, los planes son buenos, son bendiciones
aunque antes debamos pasar por el fuego purificador. Solo confiar
en el Señor es nuestra meta: "Mirad, hermanos, que no haya
en ninguno de vosotros de corazón malo e incrédulo
para apartarse del Dios vivo" (Hebreos 3:12).

La causa de las murmuraciones de los israelitas era
la falta de fe, y la falta de fe es la raíz de cada una de
las pequeñas quejas.Esta falta de fe no permitió
que los israelitas entrasen en Canaán. Pero Dios
quería hacer algo más que llevarles sólo a
una localidad geográfica. La tierra prometida de Dios era
también un lugar de descanso perfecto, una actitud de
confianza perfecta y paz mental.

"Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún
la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no
haberla alcanzado…Pero los que hemos creído
entraremos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto,
juré en mi ira, no entrarán en mi reposo" (Hebreos
4:1-3)

Dios tiene un lugar de descanso perfecto
preparado para nosotros ahora. El descanso en él es
el estado perfecto, y en el cual podemos entrar todos por
la fe. Pero, a fin de hacerlos así, tenemos que
dejar nuestro pecado de incredulidad, nuestras
lamentaciones, nuestras quejas, nuestras murmuraciones. La
incredulidad es una ofensa seria en contra de Dios. Son
pecadores, dice Cristo, "porque no creen en mí"
(Juán 16:9)

La incredulidad, como todos los pecados, es un acto
deliberado de rebelión contra Dios. Podemos elegir creer o
no creer. Si la incredulidad es una negación de la
creencia entonces somos responsables de nuestras acciones, y
debemos hacer algo, y ese algo es confesar nuestra incredulidad.
Este es el primer paso.

Nota:

Durante años dije con presunción que
rara vez murmuraba, esto es, raramente murmuraba en voz alta.
Cultivé y mantuve una fachada sonriente, pero era en mi
interior un murmurador habitual. Por supuesto, entre tanto, no
pensaba que era culpable de murmuración porque
creía que mis quejas eran legítimas. Me lamentaba
cuando no podía dormir bastante, y tenía que
levantarme por la mañana sin haber podido descansar lo
suficiente. Me quejaba en voz baja si encontraba que el cuarto de
baño estaba ocupado por otro miembro de la familia; me
quejaba cuando tenía que desayunar apresuradamente. Me
quejaba cuando las cosas iban mal en mi trabajo con mis alumnos y
colegas. Me quejaba cuando veía injusticias sociales,
políticas, económicas… me quejaba de vivir solo,
en fin, me quejaba de todo creyendo -obviamente bajo mi
óptica– que mis quejas eran fundadas. ¡Que error tan
grande! Cuando, finalmente, el Espíritu Santo
empezó a mostrarme lo que la Biblia decía en cuanto
a dar gracias a Dios en todas las cosas, empecé a darme
cuenta de que había estado haciendo lo contrario durante
años y de que nunca había pensado en
ello.

El primer paso hacia la rehabilitación
era admitir que era un murmurador. Creo que el modo
más eficaz de tratar con nuestros pecados es ser
precisos con ellos. Admitámoslo,
confesémoslo, pidiendo perdón a Dios y tomar
la decisión tajante de no caer en ellos
nuevamente.

Entonces, pidamos a Dios que nos quite el
pecado y nos de la fuerza para poder resistir cualquier
tentación. Por último, démosle gracias
por ello y prosigamos con fe creyendo que está
hecho.

Una vez que hagamos el propósito de no
murmurar y prometamos en su lugar, dar gracias a Dios por
cada cosa, por pequeña fuere, que nos hacía
murmurar, entonces podremos esperar que Dios obre en
nosotros.

No podemos cambiarnos a nosotros mismos de
murmuradores incrédulos en creyentes agradecidos. Es
Dios quien tiene que hacer el cambio.

Hemos de tomar la decisión de dejar de
murmurar y comenzar a alabar y dar gracias a Dios, pero es
el poder de Dios el que tiene que obrar la
transformación. A nosotros nos corresponde mantener
nuestros ojos fijos en Jesús y agradecer a Dios por
lo que puede hacer.

En la práctica, veremos que Dios ha de traer a
nuestras vidas las mismas circunstancias que emplea para hacer
desaparecer nuestras murmuraciones. Cuando las veamos venir,
demos gracias a Dios porque está empleando los mismos
incidentes para llevar el cambio en nosotros. Antes, nos
hacían tropezar, ahora, nos mostrarán el poder de
Dios. Servirán para aumentar nuestra fe.

Aceptando cada cosa pequeña que nos ocurre con
gozo y gratitud, el poder de Dios nos librará, en nosotros
y a través de nosotros, y, pronto también
experimentaremos un sentimiento de gozo. Pero no mires el
sentimiento como un signo. Nuestra alabanza y nuestra gratitud
deben estar basadas en la Palabra de Dios, y no en nuestros
sentimientos.

¿Tienes una queja preferida en cuanto a su
propia vida? ¿Piensa en tu interior que si hubiera podido
vivir otra vez, tendría otra posición, vecinos
diferentes, un matrimonio distinto? ¿Puedes aceptar el que
Dios te haya colocado precisamente donde quiere que estés
ahora?…

Ciertamente, a veces hay cosas que son elecciones
equivocadas. Pero la promesa de Dios es que él hace que
todas las cosas, incluidas nuestras elecciones equivocadas, obren
para bien, si confiamos en él.

Es posible que te encuentres en un trabajo o en una
situación que Dios quiere que cambies. Sin embargo, es
esencial que ahora mismo aceptes tu presente situación con
gozo y gratitud a Dios por ello. Como quiera que, al dar gracias
a Dios por cada dificultad, sometemos a su voluntad cada cambio,
él puede trasladarnos al lugar en que desea que estemos.
De modo que puedes estar seguro de que si Dios hubiese deseado
que estuviese en otro lugar o circunstancia en este mismo
momento, te habría situado allí. Lo que nos
atañe ahora es darle gracias por donde estemos en el
momento presente.

Si Dios, por su Espíritu Santo, te muestra que
hiciste una elección equivocada hace algún tiempo,
cuando deliberadamente eligiste ir en contra de lo que
sabías entonces era la voluntad de Dios para ti,
confiésele ese deseo equivocado, pidiéndole
perdón, dándole gracias y rogándole te
guíe para cambiar en bien lo que hiciste mal. Pon el resto
de tu vida completamente en las manos de Dios y confía que
ahora Dios se ocupará totalmente de ti. Alábale
ahora y dále gracias por tus circunstancias actuales
exactamente como sean en cada uno de sus detalles. Entonces
pronto podrás notar el poder de Dios obrando muy
rápidamente en tus circunstancias actuales, o
podrás ver cómo el poder de Dios está
transformándote en medio de las circunstancias, pero
ocurra lo que ocurra, continúa dándole gracias,
pues él se encargará de ello. Recuerda que mientras
se alberga temor y resentimiento por una situación, se
está impidiendo que Dios realice en la vida lo que uno se
proponga. Tan pronto como se deposite toda la confianza en
él y se le alabé por los problemas propios de la
vida, entonces Dios puede situarlo a uno donde El deseaba que
esté.

El resentimiento y el temor, la murmuración y
la lamentación, ocasionan retrasos en el desarrollo del
plan de Dios. El tiene un plan perfecto del tiempo, y nosotros
tenemos que darnos cuenta de que su forma de contar el tiempo no
siempre coincide con la nuestra.

Entréguemosle la administración de
nuestras vidas. El nos llevará donde él quiera que
estmos, a la hora que quiera que estemos, si confíamos en
Dios. Su plan es bueno para cualquier compromiso y para toda
hora. Dios no fuerza su horario en nosotros, pero si le confiamos
nuestro tiempo y nuestros días, lo arregla de modo que
estemos donde desea que estemos a su tiempo.

Esto no significa que podamos sentarnos
cómodamente y decir "Si el Señor quiere que
esté allí, tendrá que arreglarlo. Yo me
quedo tranquilamente aquí y descansaré hasta que
él me mueva". No es la actitud correcta, tenemos que hacer
lo que a nosotros nos corresponde, y no preocuparnos en cuanto al
tiempo. Tenemos que hacer todo lo mejor posible, levantarnos
temprano por las mañanas, preparar con tiempo nuestros
compromisos, dar luego gracias a Dios por lo que pueda ocurrir,
sea esto para nosotros positivo o negativo. El sabe las
cosas.

Dios tiene un doble propósito en
enseñarnos a confiar y alabarle en todas las cosas. Su
poder se manifiesta en nuestra situación y también
lleva a otros a él.

Todos conocemos la expresión: "Todos tenemos
nuestros días buenos y nuestros días malos". Esta
es una manera de pensar, descuidada, y aún peligroso,
porque sugiere que los días buenos y los días malos
son algo normal en la vida cristiana. La Biblia nos dice que
nuestras circunstancias exteriores pueden ser mejores o peores,
pero nuestra actitud interior debe ser un estado permanente de
gozo en Cristo.

San Pablo, hallándose encarcelado,
escribió así: "He aprendido a contentarme,
cualquiera que sea mi situación. Sé vivir
humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo
estoy enseñado, así para estar saciado como para
tener hambre, así para tener abundancia como para padecer
necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses
4:11-13)

Es importante que aprendamos a responder con
confianza y alabanza en todas las situaciones, sean o no
agradables para nosotros las consecuencias. Cuando aprendamos a
tocar el timbre de la alabanza en lugar del timbre del
pánico, nuestras vidas y nuestras actitudes cambian,
aunque la situación que nos atañe sea un caso
dramático o una simple irritación.

El resultado de nuestras reacciones es acumulativo.
Con cada paso positivo de fe, se hace más fácil
creer. Del mismo modo, cada vez que le permitimos a la
incredulidad negar la presencia y el amor de Dios es una
situación difícil, los resultados negativos se
aumentan, y se hace más fácil creer. Del mismo
modo, cada vez que le permitimos a la incredulidad negar la
presencia y el amor de Dios en una situación
difícil, los resultados negativos se aumentan, y se hace
muchísimo más difícil dominar nuestra
voluntad para ejercitar la fe. Cuanto más murmuramos,
tanto más nos enredamos en la trama de la derrota. Muchas
pequeñas murmuraciones contribuyen a hundirnos en las
montañas de la depresión.

Nota final:

Este documento lo he preparado con cariño para
cada uno de ustedes sabiendo que harán de el, un documento
de estudio para incrementar la fe en Dios nuestro Señor.
Los insto a creer en las promesas plasmadas en la Santa Biblia.
Muchas de las promesas bíblicas, también se
encuentran en otros libros sagrados como el Corán por dar
un ejemplo.

 

 

Autor:

Jorge Edgardo Oportus
Romero

 

Partes: 1, 2
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